Eran las 6:00 de la mañana de un frío amanecer en nuestra ciudad de Trujillo, el cielo estaba nublado, las nubes grises predominaban la vista, la ida hacia la universidad parecía eterna, la hora en la que habían citado a los viajeros era muy temprano, tuve que poner diez alarmas seguidas para levantarme temprano y llegar a las 6:30 hora en que partiríamos a San Pedro y Pacasmayo. Cuando llegué al punto de encuentro, algunos estaban con sus mochilas, otros con sus cámaras, había personas que llevaban su desayuno, yo por mi parte ni siquiera había comido algo, me encontré con mi grupo de amigos, todos de hambre por llegar temprano al punto de encuentro nos fuimos al sitio de comida que quedaba a unos pasos de la universidad, el lugar era pequeño y acogedor, estaba abierto las 24 horas del día, por lo que, la música y los empleados de turno estaban mucho antes que el bus mismo.
Compré un agua y un sándwich triple, para desayunar durante el viaje, eran dos buses que llevarían a la considerable cantidad de alumnos que se inscribieron al viaje, mis amigos y yo decidimos abordar el segundo, cuando subí me di cuenta que era angosto, sin embargo, los asientos eran pequeños, aun así, era cómodo sentarse, después de todo era un viaje de ida y vuelta, no se necesitaba una súper cama para estos tipos de aventuras.
Una vez saliendo de Trujillo, repartieron alimentos que servía como desayuno, era una bolsa transparente, contenía galletas y jugo “frugos del valle”, aunque no era mucho, se valoraba el gesto de darnos algo para tener energías durante la excursión, decidí abrigarme con mi casaca naranja para cubrirme del fuerte frio y dormir hasta llegar a nuestro primer destino que era San Pedro de Lloc. Al promediar las 10: 15 llegamos a la plaza de armas, era pequeño, pero con un ambiente hogareño, el calor se sentía fuerte, tanto que opté por sacarme el abrigo, fuimos al museo de “Antonio Raimondi” ahí se exponía los estudios y la vida de dicho personaje del mismo nombre, era una casona parecía de campo, tenía muchas habitaciones que transportaba al siglo pasado a todo aquel que entraba en ella, el ambiente tenía un suave olor a madera de buena calidad, todos sus estudios sobre el Perú estaban documentados en escritos de la época, también estaba el uniforme de la armada peruana, con su camisa roja, cordones amarillos, pantalones azules y sombrero alargado, era muy llamativo, portaban una espada tan larga que nada tenían que envidiarle a los samuráis. Fue como viajar al pasado y estar en una parte histórica de nuestro país.
Una vez terminada la visita al museo, nos dieron un folleto que contaba la fundación y propósito de aquel lugar, al abordar el bus nos íbamos a dirigir hacia “el cañoncillo”, a media hora de San Pedro, el viaje fue tranquilo y no hubo mayor complicaciones para llegar, una vez en el lugar el polvo golpeaba en el rostro como un martillo, los mosquitos estaban en abundancia y el calor era mil veces más insoportable, por eso, decidí cambiarme de ropa, me quité mi buzo gris y me puse un short negro, para aguantar la caminata, durante el camino hubo subidas y bajadas, tanto como una relación inestable, había partes donde hubo vegetación, otros en donde parecía el desierto del Sahara y en algunos tramos habían iguanas, esas que cambiaban de color, nuestro destino era llegar a la laguna. Parecía que el cansancio iba a ganar, sin embargo, llegamos al inmenso lago azul, lleno de peces y renacuajos, era tan limpio que se reflejaba como un espejo el retrato de todo aquel que deseaba mirarse, entre fotos y algunos que comenzaron a nadar, estuvimos 30 minutos, hasta la hora del almuerzo. El restaurant quedaba en Pacasmayo frente a su inmenso mar, el lugar era gourmet, la mesa era muy amplia, y la comida que era pollo a la plancha estaba muy bueno, el arroz pacasmayino tiene un sabor muy diferente pero demasiado rico, después de terminar, todos fuimos a la playa, unos se quedaron en la arena, otros se metieron al mar frio y salado, había parte en donde las piedras abundaban, las olas eran gigantescas, perfecto para todo aquel que le guste el surf.
A las 5:40 de la tarde todos abordamos el bus de regreso, después de un viaje cansado pero relajante, llegamos en la noche de vuelta a la universidad, bajamos y cada uno de mis amigos nos despedimos cada uno a su casa, hasta la próxima aventura.
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